Una mujer, con un vestido de algodón barato y su esposo, vestido con un humilde traje, se bajaron del tren en Boston, y caminaron tímidamente sin tener una cita a la oficina de la secretaria del Presidente de la Universidad de Harvard. La secretaria adivinó en un momento que esos venidos de los bosques, campesinos, no tenían nada que hacer en Harvard.
– ‘Desearíamos ver al presidente’ -dijo suavemente el hombre.
-‘El está ocupado‘, contestó la secretaria.-
‘Esperaremos‘, replicó la mujer.
Por horas la secretaria los ignoró, esperando que la pareja finalmente se desanimara y se fuera. Ellos no lo hicieron, y la secretaria vio aumentar su frustración y finalmente decidió interrumpir al presidente, aunque era una tarea que ella siempre esquivaba.
-‘Tal vez si usted conversa con ellos por unos minutos, se irán‘, dijo la secretaria al Presidente de la Univesrsidad.
El hizo una mueca de desagrado, y asintió. Alguien de su importancia obviamente no tenía el tiempo para ocuparse de gente con vestidos y trajes baratos. Sin embargo,el presidente, con el ceño adusto pero con dignidad, se dirigió con paso arrogante hacia la pareja.
La mujer le dijo “Tuvimos un hijo que asistió a Harvard por sólo un año. Él amaba a Harvard. Era feliz aquí. Pero hará un año, murió en un accidente. Mi esposo y yo deseamos levantar algo, en alguna parte del campus‘, que sea en memoria de nuestro hijo». Lee el resto de esta entrada →