Archivos Mensuales: noviembre 2008

Como amar al adulto mayor


viejitoDÉJALO  HABLAR
….. porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.

DÉJALO  VENCER
….. en las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.

DÉJALO  IR  A  VISITAR
…. a sus  viejos  amigos  porque entre  ellos  se  siente  revivir.

DÉJALO  CONTAR
…. sus historias repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchamos.

DÉJALO  VIVIR
…. entre las cosas que ha amado, porque sufre al sentir que le arrancamos pedazos de su vida.

DÉJALO  GRITAR
…. cuando se ha equivocado porque los ancianos como los niños tienen derecho a la comprensión.

DÉJALO  TOMAR  UN  PUESTO
…en el automóvil de la familia cuando van de vacaciones, porque el próximo año tendrás remordimientos de conciencia si ya no existe más.

DÉJALO  ENVEJECER
… con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte de la naturaleza.

DÉJALO REZAR
… como él sabe; como él quiere, porque el adulto mayor descubre la sombra de DIOS en el camino que le falta recorrer.

DÉJALO  MORIR
… entre brazos llenos de piedad, porque el AMOR de los hermanos sobre la tierra, nos hace presentir mejor el torrente infinito de amor del PADRE en EL CIELO.

La unión


unidadUn labrador anciano tenía varios hijos jóvenes que se llevaban mal entre sí, peleaban contantemente.

Un día les congregó a todos y mando traer unas cuántas varas, las colocó todas juntas e hizo un haz con ellas, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo.

Uno tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.

Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán fácilmente se partían, y enseguida les dijo:

-De esta manera, hijos míos, si estáis todos unidos nadie podrá venceros; pero si estáis divididos y enemistados el primero que quiera haceros mal os perderá.

Se un humano pensando como los animales


paloma-de-la-pazSe un humano pensando como el pájaro… celebrando cada amanecer con una linda canción.
Se un humano pensando como el caballo… librando los obstáculos con clase, firmeza y determinación.
Se un humano pensando como un perro… dando tú amor en constante muestra de cariño, lealtad y fidelidad.
Se un humano pensando como el gato… teniendo la calma y equilibrio en cualquier dificultad.
Se un humano pensando como la abeja… constatando que nada se construye por sí solo.
Se un humano pensando como la hormiga… viendo que el trabajo y el éxito caminan juntos y en la misma dirección.
Se un humano pensando como la ballena… Viendo la importancia y el poder de la solidaridad.

Se un humano teniendo la pureza y la sencillez de los animales… ¡y la paz mundial dejara de ser un sueño y se convertirá en una realidad.

El niño y las panquecas


pancakesEl pequeño Luis de 6 años, decidió una mañana prepararle panquecas a sus padres para desayunar. Encontró un gran tazón y una cuchara, acercó una silla a la mesa, y trató de alzar el pesado paquete de harina para abrirlo. La mitad del paquete quedó desparramado entre la mesa, la silla y el suelo.

Tomó toda la que pudo con sus manitas y la puso dentro del tazón, despues le puso un poco de leche y azúcar haciendo una mezcla pegajosa que empezaba a chorrear por los bordes. Además habían ya pequeñas huellas de harina por toda la cocina dejadas por él.

Luis estaba totalmente cubierto con harina y estaba empezando a frustrarse. El quería darle una sorpresa a sus papás haciendo algo muy bueno, pero todo le estaba saliendo al revés. No sabía que más había que agregar a la pasta o si había que hornear  las panquecas, pues ni siquiera sabía como usar el horno.

Se dirigió a la mesa, pero por accidente derramó la botella de leche, cayeron al suelo los huevos que estaban sobre la mesa y se quebraron, intento agacharse para limpiar, pero se resbaló y quedó con toda su pijama pegajosa, llena de harina y de huevo.

En ese momento, vió a su papá de pie en la puerta. Dos grandes lágrimas asomaron a sus ojos. El solo quería hacer algo bueno, pero en realidad había causado un  gran desastre

Estaba seguro de que su papá lo iba a regañar y muy posiblemente castigarlo.

Pero su papá sólo lo miraba en medio de aquel desorden.

Entonces, caminando encima de todo aquello, tomó en sus brazos a su hijo que lloraba y le dio un gran abrazo lleno de amor, sin importarle llenarse él mismo de harina y huevo.

La magia de las Instrucciones


mecanicoCon gran enfado, el joven arrojó su llave mecánica a la entrada de los autos, yendo a parar lejos. Por horas había intentado cambiar las bandas de los frenos del pequeño auto importado de su esposa. De nada sirvió que fuera el mejor de los mecánicos «mediocres».

Finalmente, exasperado entró a la casa como un torbellino e informó a su esposa que había un problema serio con su carro que no podía solucionar.

-Es más -gritó-, no sé si alguien pueda repararlo.

Con ternura, ella le agradeció sus esfuerzos y de inmediato llamó por teléfono a su padre, un mecánico experto. Luego de explicarle la situación, acordaron dirigirse a la biblioteca más cercana y conseguir un manual del automóvil. Con mucho cuidado, copiaron las páginas que indicaban cómo cambiar las bandas de los frenos. Después, se detuvieron en una tienda de piezas para autos extranjeros y compraron las herramientas indispensables para ese trabajo en particular. Por último, llegaron hasta el carro y en treinta minutos, completaron la reparación.

¿Qué marcó la diferencia? Tres aspectos:

Primero, ella contactó a su padre, un mecánico experto.

Segundo, encontraron el manual de instrucciones correcto y lo siguieron al pie de la letra. A veces, persistimos en obrar sin consultar las instrucciones.

Finalmente, adquirieron las herramientas apropiadas para efectuar el trabajo. Dios siempre nos proporcionará las herramientas adecuadas, sólo tenemos que echar mano de ellas.

Ya sea que hablemos de bandas de frenos o de decisiones cruciales de la vida, es simplemente sorprendente, casi mágico, lo bien que funciona todo cuando prestamos atención a las instrucciones.

¿Crisis? ¿Cuál crisis?


¿Qué conferencista logra hoy colmar un auditorio de 2500 ejecutivos y empresarios, muchos con sus mujeres e hijos, y hablar durante una hora y media sin que vuele una mosca?

sobrevivientes-andesFernando Parrado, uno de los 16 sobrevivientes de la tragedia de los Andes, a 36 años de aquella historia que asombró al mundo, consiguió anteayer más que eso: conmover a un foro de negocios y capacitación empresarial al transmitir las simples moralejas que le dejaron vivir 72 días en plena Cordillera sin agua ni comida.

Fue durante la jornada de cierre de Expo Management 2008. Su presentación, un monólogo sin golpes bajos acompañado por videos e imágenes de la montaña, tuvo dos etapas bien diferentes. En la primera narró, con un relato íntimo repleto de anécdotas, los momentos que lo marcaron de aquella odisea a 4000 metros de altura en la que perdió a buena parte de sus amigos, además de su madre y su hermana. «¿Cómo es posible sobrevivir donde no se sobrevive?», se preguntó.

«Sobrevivimos porque hubo liderazgos, toma de decisiones y espíritu de equipo, porque nos conocíamos desde mucho antes», dijo.

Y arrojó un primer disparador. «En la vida el factor suerte es fundamental. Cuando llegué al aeropuerto de Montevideo no daban número de asiento para el avión. A mí me tocó, de casualidad, la fila 9, junto a mi mejor amigo. Cuando el avión chocó en la montaña, se partió en dos. De la fila 9 para atrás no quedó nada. Los 29 sobrevivientes al primer impacto viajaban en la parte que quedó a salvo.»

«De ellos», dijo, «24 no sufrieron un rasguño. Así, los menos shockeados empezaron a ayudar, actuando como un verdadero equipo. Administramos barritas de chocolate y maní al punto de comer un grano por horas cada uno. Marcelo, nuestro capitán y líder, asumió su rol para contenernos cuando lepreguntábamos qué pasaba que no llegaba el rescate. Decidimos aguantar.»

«Pero días después el líder se desmoronó. La radio trajo la noticia de que había concluido el rescate. ¿Cómo hubieran reaccionado ustedes?» desafió a la audiencia. «El líder se quiebra, se deprime y deja de serlo. Imagínense que yo cierro esta sala, bajo la temperatura a -14 grados sin agua ni comida a esperar quién muere primero.» Silencio estremecedor de la primera a la última fila.

«Ahí me di cuenta de que al universo no le importa qué nos pasa. Mañana saldrá el sol y se pondrá como siempre. Por lo tanto, tuvimos que tomar decisiones.

En la noche 12 o 13 nos dijimos con uno de los chicos: «¿Qué estás pensando?» «Lo mismo que vos. Tenemos que comer, y las proteínas están en los cuerpos.» Hicimos un pacto entre nosotros, era la única opción. Nos enfrentamos a una verdad cruda e inhumana.»

Desde la primera fila, decenas de chicos llevados por sus padres escuchaban boquiabiertos. Parrado apeló a conceptos típicos del mundo empresarial. «Hubo planificación, estrategia, desarrollo. Cada uno empezó a hacer algo útil, que nos ayudara a seguir vivos: zapatos, bastones, pequeñas expediciones humanas. Fuimos conociendo nuestra prisión de hielo.»

«Hasta que me eligieron para la expedición final, porque la montaña nos estaba matando, nos debilitaba, se nos acababa la comida. Subí aterrado a la cima de la montaña con Roberto Canessa. Pensábamos ver desde allí los valles verdes de Chile y nos encontramos con nieve y montañas a 360 grados. Ahí decidí que moriría caminando hacia algún lugar.»

Entonces sobrevino el momento más inesperado. «Esta no es la historia que vine a contar», avisó. Y contó que su verdadera historia empezó al regresar a su casa, sin su madre y su hermana, sin sus amigos de la infancia y con su padre en pareja nuevamente.

«¿Crisis? ¿De qué crisis me hablan? ¿Estrés? ¿Qué estrés? Estrés es estar muerto a 6000 metros de altura sin agua ni comida», enfatizó.

Recordó un diálogo fundamental que tuvo con su padre, que le dijo: «Mirá para adelante, andá tras esa chica que te gustaba, tené una vida, trabajá. Yo cometí el error de no decirle a tu madre tantas cosas por estar tan ocupado».

Y cerró, determinado: «Las empresas son importantes, el trabajo lo es, pero lo verdaderamente valioso está en casa después de trabajar: la familia. No se olviden de quien tienen al lado, porque no saben lo que va a pasar mañana.»

Una interminable ovación lo despidió de pie…

Los hijos y la antorcha


antorcha¿Hay un período mágico cuando los hijos se hacen responsables por sus propias acciones? ¿Hay un momento maravilloso, cuando los padres nos convertimos sólo en espectadores, en la vida de nuestros hijos, nos alzamos de hombros y decimos:

“Es la vida de ellos” sin sentir nada?

Cuando contaba con 20 años, estaba en el pasillo de un hospital esperando a que los doctores pusieran unos puntos en la cabeza de mi hijo y pregunté:

– ”¿Cuándo pararé de preocuparme”?

La enfermera dijo:
– ¡Cuando salgan de la etapa de accidentes!

Mi mamá apenas sonrió y no dijo nada.

Cuando contaba con 30 años, me senté en una pequeña silla en la clase y escuchaba como uno de mis hijos hablaba incesantemente interrumpiendo la clase y moviéndose continuamente.

Casi como que me hubiera leído la mente, la maestra me dijo:
– ¡”No se preocupe, todos ellos pasan por esta etapa y luego usted, podrá sentarse tranquila… relajarse y disfrutarlos”!

Mi mamá apenas sonrió y no dijo nada.

Cuando contaba con 40 años, me pasaba la vida esperando que el teléfono sonara…

…que los autos llegaran a casa…
…que la puerta de la casa se abriera.

Una amiga me dijo:
– «¡No te preocupes, en unos años vas a poder dejar de preocuparte. Ellos ya serán adultos”.

Mi mamá apenas sonrió y no dijo nada.

Ya en mis 50 años, estaba cansada y harta de ser vulnerable.

Todavía me estaba preocupando por mis hijos, pero también ya se notaba una arruga nueva en mi frente, aunque no podía hacer nada acerca de ello…

Mi mamá apenas sonrió y no dijo nada.

Yo continué angustiándome con sus fracasos, apenándome por sus tristezas y absorbida en sus decepciones.

Mis amigos me decían que cuando mis hijos se casaran yo iba a poder dejar de preocuparme y llevar mi propia vida. Yo quería creerles, pero me asaltaba el recuerdo de la cálida sonrisa de mi mamá y su ocasional:

“Luces pálida hija, estás bien? Estás deprimida por algo?»

¿Puede ser que los padres estemos sentenciados a una vida de  preocupaciones?

¿Es que la preocupación por nuestros hijos se entrega como una antorcha de unos a otros, para que arda en el camino de las fragilidades humanas y el miedo a lo desconocido?

¿Es la preocupación una maldición, o es una virtud que nos eleva a lo más alto de la vida humana?

Un día uno de mis hijos, se irritó conmigo.

Me dijo:
– ¿Dónde estabas? ¡Desde ayer que te estoy llamando y nadie me respondía.! ¡Estaba muy preocupado…!

Y yo solo me sonreí y no dije nada. La antorcha había sido entregada!!!

Yo temía


panicoTemía estar solo hasta que aprendí a quererme a mi mismo.
Temía fracasar hasta que me di cuenta que, únicamente fracaso si no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que, de todos modos opinarían de mi.
Temía que me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final sino más bien el comienzo.
Temía  al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que “IGNORANCIA”.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mi mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que no podía herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa, necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.

La Felicidad nunca se va


felicidadLa felicidad no tiene contrapuesto, porque nunca se pierde. Puede estar oscurecida, pero nunca se va, porque tú eres felicidad.

La felicidad es tu esencia, tu estado natural y, por ello, cuando algo se interpone, la oscurece, y sufres por miedo a perderla.

Te sientes mal, porque ansías aquello que eres. Es el apego a las cosas que crees que te proporcionan felicidad, lo que te hace sufrir.

No has de apegarte a ninguna cosa, ni a ninguna persona, ni aún a tu madre, porque  el apego es miedo, y el miedo es un impedimento para amar.

El responsable de tus enfados eres tú, pues aunque el otro haya provocado el conflicto, el apego y no el conflicto, es lo que te hace sufrir.

Es el miedo a la imagen, que el otro haya podido hacer de ti, miedo a perder su amor, miedo a tener que reconocer que es una imagen la que dices amar, y miedo a que la imagen de ti,la que tú sueñas que él tenga de ti, se rompa.

Todo tiempo es un impedimento para que al amor surja.Y el miedo no es algo innato sino aprendido. El miedo es provocado por lo que no existe. Tienes miedo porque te sientes amenazado por algo que ha registrado la memoria.

Todo hecho que has vivido con angustias, por unas ideas que te metieron, queda registrado dentro de ti y sale como alarma en cada situación que te lo recuerda.

No es la nueva situación la que le llena de inseguridad, sino el recuerdo de otras situaciones,que te contaron o que has vivido anteriormente con una angustia que no has sabido resolver.

Si despiertas a esto, y puedes observarlo claramente, recordando su origen, el miedo no se volverá a producir, porque eliminarás el recuerdo.

Anthony de Mello

La Bella Vejez


adult_day_care_03Una señora, bien equilibrada y orgullosa, de 92 años de edad, cada mañana se para las 8 en punto, estaba con su cabello peinado al estilo de peluquería y un maquillaje perfectamente aplicado, aún sabiendo que ella era casi ciega. Se mudó hoy a un asilo de ancianos.

Su marido de 90 años, recientemente había muerto, obligando a que esta mudanza se hiciera después de su fallecimiento. Después de muchas horas de esperar pacientemente en la recepción del asilo de ancianos, ella sonrió muy dulcemente cuando le avisaron que su habitación estaba lista. Mientras ella maniobraba su andador al ascensor, yo le daba una descripción detallada de su pequeño cuarto, incluyendo las sábanas y cortinas que habían sido colgadas en su ventana:

– «Me  encantan», dijo ella con el entusiasmo de un chiquillo de 8 años al que acaban de mostrar un nuevo cachorro.
– «Cada día es un regalo, y por el tiempo que mis ojos se abran me enfocaré en el nuevo día y en las memorias felices que he guardado en mi mente … sólo por este momento en mi vida. La vejez es como una cuenta bancaria… uno extrae de lo que había depositado en ella. Entonces, mi consejo para ti sería que deposites gran cantidad de felicidad en la cuenta bancaria de tus recuerdos».

Recuerda las simples 5 reglas para ser feliz:
1. Libera tu corazón de odio.
2. Libera tu mente de preocupaciones.
3. Vive humildemente.
4. Da más.
5. Espera menos.

La vejez existe?


Algunos de nosotros envejecemos, de hecho, porque no maduramos.

Envejecemos cuando nos cerramos a las nuevas ideas y nos volvemos radicales.
Envejecemos cuando lo nuevo nos asusta.
Envejecemos también cuando pensamos demasiado en nosotros mismos y nos olvidamos de los demás.
Envejecemos si dejamos de luchar.

Todos estamos matriculados en la escuela de la vida, donde el Maestro es el Tiempo.
La  vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás. Pero solo puede ser vivida mirando hacia delante.
En la juventud aprendemos; con la edad comprendemos…
Los hombres son como los vinos: la edad estropea los malos, pero mejora los buenos.

Envejecer no es preocupante: ser visto como un viejo si que lo es.
Envejecer con sabiduría no es envejecer

En los ojos del joven arde la llama, en los del viejo brilla la luz.

Siendo así, no existe edad, somos nosotros que la creamos. Si no crees en la edad, no envejecerás hasta el día de tu muerte.

Personalmente, yo no tengo edad: tengo vida!

No dejes que la tristeza del pasado y el miedo del futuro te estropeen la alegría del presente.
La vida no es corta; son las personas las que permanecen muertas demasiado tiempo
Haz del pasaje del tiempo una conquista y no una pérdida.

El hombre que tenía mucho.


Una vez había una familia que no era ni rica ni pobre. Vivían en una pequeña casa de campo de Ohio. Una noche se sentaron juntos para cenar y alguien tocó la puerta. El padre se acercó a abrir.

Ahí estaba un hombre viejo con ropa desgarrada, pantalones rotos y sin botones. Cargaba una canasta llena de verduras. Le preguntó a la familia si querían comprarle algunas. Ellos aceptaron porque querían que se fuera rápido.

Con el paso del tiempo, la familia y el hombre viejo se hicieron amigos. El hombre le traía verduras cada semana a la familia. Pronto se enteraron de que él era ciego y que tenía cataratas en los ojos. Pero era tan amigable que aprendieron a esperar ansiosamente sus visitas y a disfrutar de su compañía.

Un día, mientras entregaba las verduras, dijo:

– ¡Ayer tuve la más grande bendición! Encontré una canasta de ropa afuera de mi casa que alguien me dejó.

La familia, sabiendo que él necesitaba ropa, dijo:

-¡Qué maravilloso!

El hombre viejo y ciego, dijo:

– La parte más maravillosa es que encontré una familia que verdaderamente necesitaba esa ropa.

Collar de Turquesas


Detrás del mostrador el hombre miraba distraídamente hacia la calle mientras una chiquilla se aproximaba al local. Ella aplastó su naricita contra el vidrio de la vidriera, y sus ojos color de cielo brillaron cuando vio determinado objeto.

Ella entró en el local y pidió ver el collar de turquesas azules y le dijo al vendedor:

– “Es para mi hermana. Podría hacerme un lindo paquete?”

El dueño del local miró a la chica con desconfianza y le preguntó:

– “Cuánto dinero tienes?”

Sin alterarse ella sacó de su bolsillo un atadito y fue deshaciendo los nudos. Colocó un sobre sobre el mostrador y dijo:

– “Esto alcanza o no?»

Ella mostraba orgullosa algunas monedas.

– «Sabe «, continuó, “quiero regalarle esto a mi hermana mayor. Desde que nuestra madre murió ella me cuida y no tiene tiempo para ella. Hoy es el cumpleaños de ella y estoy segurá que estará feliz con el collar, que es del color de sus ojos.”

El hombre se fue para adentro, colocó el collar en un estuche, lo envolvió con un rojo e hizo un hermoso moño con una cinta azul.

– «Toma», le dijo a la chiquita, «Llévalo con  cuidado.”

Ella se fue feliz saltando calle abajo. Todavía no había terminado el día cuando una linda jóven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el paquete desenvuelto y preguntó:

– «Este collar fue comprado aquí ?»

– «Si señora», respondió el dueño del local.

– “Cuánto costó ?»

– «Ah!», dijo el dueño “el precio de cualquier objeto en mi negocio es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.»

– “Pero mi hermana sólo tenía algunas monedas. Este collar es verdadero, no? Ella no tendría el dinero para pagarlo».

El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio y con mucho cariño colocó la cinta diciendo:

– «Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar. Ella dió todo lo que tenía».

El silencio lleno el pequeño local y lágrimas cayeron por el rostro de la jóven, mientras sus manos tomaban el paquete.

La Niña de la Pelota de Básquet


La pequeña Qian Hongyan es un verdadero ejemplo de lucha y superación. Esta pequeña perdió las piernas durante un accidente de tránsito hace seis años, y pese a las dificultades que debió enfrentar no se dio por vencida.

Su familia al no tener los recursos necesarios para costearle la operación y prótesis para rehacer su cuerpo, optó por ayudarla con un estilo casero, el cual terminó llamando la atención de todos los vecinos de la provincia de Yunnan, en la República de China.

Sus padres colocaron a la pequeña, que en ese entonces tenía cinco años, sobre una bola de baloncesto con un hueco al centro, donde ella apoyaba el tronco y así arrastraba por el suelo o daba saltos, ayudada de un par de cepillos de lavar ropa en cada mano, para que le sirvieran de muletas. Por ese motivo valió el sobrenombre de Basketball girl (La chica del balón de baloncesto, en español.

El amor de la familia hizo que la pequeña Qian Hongyan reaccionara ante este nuevo reto con mucha fortaleza e incluso alegría, logrando desenvolverse sobre su bola como si fueran las mejores prótesis.

La niña destacó porque pese a haber perdido la mitad del cuerpo, no perdió la alegría de vivir, y se le podía ver sonreír mientras rebotaba camino a la escuela de Luliang, con el mismo entusiasmo que los demás niños de su edad, incluso fue una alumna destacada de la escuela. Al llegar al centro educativo recibía ayuda para salirse de la bola de básquet y acomodarse en el pupitre, mientras en el suelo quedaba su improvisada prótesis. Al finalizar las clases, regresaba a su casa rebotando.

Su esfuerzo y el de su familia se vieron recompensados cuando un grupo de destacados doctores ofreció un sofisticado par de piernas que le permitirán volver a caminar y dejar de arrastrarse sobre su bola. El proceso empezó en el año 2005.

La pequeña Qian Hongyan utilizó por primera vez sus piernas artificiales en el Centro de Rehabilitación de Pekín, China, luego de exámenes médicos y un proceso de rehabilitación. La alegría de la menor fue tanta que no dudó en mostrar sus nuevas “piernas” para las fotografías de las diferentes agencias de noticias que calificaron su caso como insólito.

Cuando uno ve historias como esta, solo queda decirse a uno mismo: Hoy no me voy a quejar por nada, todo va estar magnifico, sea como sea.

La psicología de la experiencia óptima


Todos tenemos problemas. De alguna manera, los problemas definen nuestras vidas. Pero, según el filósofo Abraham Kaplan, podemos manejarlos de manera más efectiva si los identificamos como problemas o situaciones.

¿La diferencia? Los problemas, dice Kaplan, se pueden resolver. A las situaciones sólo se les puede hacer frente.

Si tú trabajas en el centro de Caracas, por ejemplo, puede que te preocupe la delincuencia. Esta es una situación, no un problema. Puedes instalar un sistema de seguridad en el carro, evitar los peores sitios de noche, o buscar que te transfieran a otra oficina. Pero estos son mecanismos para enfrentar la situación. Tú no vas a «solucionar» la delincuencia en Caracas.

Una situación más grave que todos enfrentamos, es la muerte ocasional de un ser querido. Podemos pasar tiempo acompañando el duelo de la familia y los amigos, unirnos a un grupo de apoyo, o asumir nuevas actividades para alejar nuestras mentes de la preocupación. Pero con la muerte no puedes negociar.

Afortunadamente, la mayoría de nuestras preocupaciones no son situaciones sino problemas.

Puedes preocuparte, por ejemplo, porque no hayas ahorrado lo suficiente para tener una jubilación cómoda. Si es así, tienes mucha compañía. Según una encuesta realizada el 2007 por el Instituto de Investigaciones de Beneficios Laborales en USA, el 36 por ciento de los trabajadores tienen menos de 10.000 dólares ahorrados para la jubilación. Otro 13 por ciento tiene menos de 25.000 dólares.

Evidentemente, se trata de un problema, pero con una solución directa. O ganas más. O gastas menos. O logras mayores retornos sobre tus inversiones. (Hacer las tres cosas no está mal tampoco.)

O, puedes ser uno de los millones de personas que luchan con la obesidad. Si es así, es probable que eso esté teniendo un efecto perjudicial sobre tu salud, tu imagen, y tu calidad de vida. Para algunos, este es un problema y una situación. Después de todo, la genética determina tu tipo básico de cuerpo. Como aprendiste en quinto grado en la clase de naturales, naciste ectomorfo, mesomorfo, o endomorfo. No puedes cambiar esto. Pero todos podemos comer mejor, hacer más ejercicio, o ambas cosas. No es fácil, pero existe una solución.

¿Por qué es importante etiquetar las pruebas que enfrentas, ya sea como problemas o situaciones?

Según John C. Maxwell, autor de Quien hace la Diferencia, «Cuando la gente maneja una situación como un problema, se sienten frustrados, enojados, o deprimidos. Malgastan energía. Toman malas decisiones. Y cuando la gente maneja problemas como situaciones, a menudo, se conforman, renuncian, o se ven a sí mismos como víctimas»

Entiende eso y habrás dado el primer paso para hacerle frente a tus situaciones y resolver tus problemas.

Nielsen Media Research nos dice que los a los estadounidenses les encanta los reality shows donde a los concursantes se les pone en situaciones de alta-presión y se les reta a «ganar» usando todos los bits de inteligencia, astucia, ingenio y que puedan. ¿Por qué no ves tus propios problemas de la misma manera? Si tienes un trabajo aburrido, un cónyuge desatento, o un revés financiero inminente, ¿por qué no usas toda tu inteligencia, imaginación y creatividad para cambiar la situación?

Mi hipótesis es que si te encontraras frente a una audiencia nacional de televisión – y en peligro de ser sacado del show – inventarías algo muy bueno, algo que sorprendería a la gente a tu alrededor.

De hecho, eso es exactamente lo que deberías estar haciendo, de acuerdo con Mihaly Csikszentmihalyi, autor de Flujo: La Psicología de la Experiencia Óptima. Él afirma que la forma más rápida de aumentar la satisfacción en tu vida es dejar de ver tus problemas como dificultades y empezar a verlos como retos agradables.

Enfrentar tus problemas de esta manera sólo requiere de dos cosas: un poco de imaginación y una actitud positiva. La retribución, como recompensa, podría ser inmensa.

Sea que quieras iniciar su propio negocio, perder 15 kilos, o salir de las deudas, puedes empezar por entusiasmarte con el reto. Es posible que tú mismo también salgas sorprendido. No sólo por el logro de tus objetivos, sino por el hecho de ver cuánta satisfacción te proporciona el avanzar hacia ellos en una forma disciplinada.

Piensa en ello como en tu propio reality show. (Uno que, irónicamente, tiene que ver con la realidad). Los obstáculos que enfrentes te darán la oportunidad de demostrarle al mundo – y a ti mismo – de que estás hecho.

Entonces, ¿por qué no atacar los obstáculos de hoy con una nueva mentalidad y una nueva actitud? No tienes nada que perder, solo sus problemas.

Alex Green