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Exactamente, todo ocurre por algo, nada sucede sin ninguna razón, sin ningún motivo, aunque a veces ese motivo sea difícil, cruel, duro, pero al final siempre tendrá una razón de ser, dejándonos alguna lección que debemos aprender, para hacernos mejores personas.
Tendríamos que tener un conocimiento extraordinario de la vida para reír a pesar de la confusión y sonreír a través del llanto, a pesar de saber que todo tiene un motivo.
En nuestro estado de sufrimiento será imposible encontrar el por qué de alguna situación, sin embargo y sin saberlo, todo lo que nos ocurre nos irá llevando un paso adelante para madurar poco a poco, viendo los problemas o situaciones como una experiencia, experiencia que nos harán más fuertes , preparándonos para situaciones similares en un futuro.
No olvidemos que cada dolor nos hará más fuertes, cada traición más inteligentes, cada desilusión más hábiles y cada experiencia más sabios.
Cada fracaso de nuestra vida, es un capítulo más en nuestra historia personal, y una lección que nos ayudará a crecer un poco más.
Que todo lo malo que pudiéramos llegar a vivir, no nos abrume, ni mucho menos que se vea reflejado en un carácter avinagrado o de pocos amigos en nuestra manera de ser, seamos más inteligentes y veamos las pruebas como unas lecciones que forjarán un carácter fuerte ante la vida, pero dulce y tierno para con nuestros semejantes, ya que ellos no tuvieron culpa alguna con lo que nos haya ocurrido, sino nuestras decisiones y circunstancias, nosotros somos y seremos únicos responsables de nuestra vida y por ende de nuestros actos.
Despues de varios años puede entender que en realidad todo (bueno o malo tiene su proposito). muy bonita reflexion.
En la naturaleza todo es cíclico, como las estaciones del año, como la calma que sigue a una gran tormenta y asi…
Mis cariños desde Buenos Aires
Si verdad?