Ahuyentar los fantasmas
Durante años Hitoshi intentó -inútilmente- despertar el amor de aquella a quien consideraba ser la mujer de su vida. Pero el destino es irónico: el mismo día que ella lo aceptó como futuro marido, también descubrió que tenía una enfermedad incurable y le quedaba poco tiempo de vida.
Seis meses después, ya a punto de morir, ella le pidió:
– Quiero que me prometas una cosa: que jamás te volverás a enamorar. Si lo haces, volveré todas las noches para espantarte.
Y cerró los ojos para siempre. Durante muchos meses
Hitoshi evitó aproximarse a otras mujeres, pero el destino continuó irónico, él descubrió un nuevo amor. Cuando se preparaba para casarse,
el fantasma de su ex amada cumplió su promesa y apareció.
– Me estás traicionando- le dijo. Durante años te entregué mi corazón y tú no me correspondías -respondió Hitoshi – ¿No crees que merezco una segunda oportunidad de ser feliz?
Pero el fantasma de la ex amada no quiso saber disculpas, y todas las noches venía para asustarlo. Contaba con todo detalle lo que había sucedido durante el día, las palabras de amor que él había dicho a su novia, los besos y abrazos que se habían intercambiado.
Hitoshi ya no podía dormir, así que fue a buscar al maestro zen Bashó.
-Es un fantasma muy listo- comentó Bashó.
-¡Ella sabe todo, hasta los menores detalles! Y ya está acabando con mi noviazgo, porque no consigo dormir y en los momentos de intimidad con mi amada me siento muy inhibido.
-Vamos a alejar este fantasma- garantizó Bashó.
Y le dio las directivas. Aquella noche cuando el fantasma retornó, Hitoshi lo abordó antes de que dijera la primera frase.
-Eres un fantasma tan sabio, que haremos un trato. Como me vigilas todo el tiempo, te voy a preguntar algo que hice hoy: si aciertas abandono a mi novia
y nunca más tendré mujer. Si te equivocas, has de prometer que no volverás a aparecer, so pena de ser condenado por los dioses a vagar para siempre en la oscuridad.
-De acuerdo- respondió el fantasma, confiada.
-Esta tarde estaba en el almacén y en un determinado momento cogí un puñado de granos de trigo de dentro de un saco.
-Sí, lo vi- dijo el fantasma.
– La pregunta es la siguiente: ¿cuántos granos de trigo tenía en mi mano?.
El fantasma en ese instante comprendió que no conseguiría jamás responder la pregunta. Y para evitar ser perseguido por los dioses en la oscuridad eterna, decidió desaparecer para siempre.
Dos días después Hitoshi fue hasta la casa del maestro zen.
-Vine a darle las gracias.
-Aprovecha para aprender las lecciones que hacen parte de esta experiencia – respondió Bashó. En primer lugar, aquel espíritu volvía siempre porque tenías miedo. Si quieres alejar una maldición, no le des la menor importancia. Segundo: el fantasma sacaba provecho de tu sensación de culpa: cuando nos sentimos culpables, siempre deseamos -inconscientemente- el castigo. Y, finalmente: nadie que realmente te ame te obligaría a hacer ese tipo de promesa. Si quieres entender el Amor, aprende la Libertad.
Paulo Coelho
Publicado el 12 junio, 2012 en coelho. Añade a favoritos el enlace permanente. 8 comentarios.
Es muy dificil compaginar con la pareja el grado justo de libertad.
Saludos
Que verdad tan maravillosa encierra esta historia… Mucho de lo que nos asusta vive dentro de nosotros… O sea que la lucha es contra nosotros mismos.. Que Dios nos ayude a vencer siempre aquello que nos opaca y nos oscurece… Feliz dia para todos…
Muy cierto,paulo coelho muy sabio
Nuestro gran ego nos dificulta dar y vivir en la libertad que todos los seres merecemos para disfrutar la vida en armonía. De qué nos sirve tener a un ser amado bajo presión? Es sólo un gran engaño. Cuánto mejor se siente recibir afecto auténtico y que nace del otro por lo que valora de nuestra persona!
Saludos a tod@s! Gracias por sus visitas y comentarios!!!!!
luis castellanos,exelente cita mi amigo,te dejo mi correo tengo un monton de preguntas.
henry-guancha@hotmail.com
gracias.
Excelente historia!! 🙂
Nuevamente gracias por sus visitas y comentarios….